Son moda. Son signo de un dolor que necesita cubrirse. Son una prevención contra los rayos solares. Son un accesorio. Son un objeto de diseño y recambio. Pero no son banales. Los anteojos de sol tienen que tener no necesariamente un precio oneroso, pero sí una calidad que respalde el cuidado de los ojos ya que la protección a los rayos UV es tan necesaria como para la piel el protector solar ante la falta de la capa de ozono.
“Muchos y muchas eligen anteojos de sol por moda, pero deben entender que lo que están comprando es un protector solar además de un accesorio para vestir la mirada y mucho más que el sol de hoy es muy fuerte, no es el de hace veinte años”, apunta Gabriel Hanfling, director de Infinit en Argentina. “Más allá de constituirse en un elemento esencial de la moda, la función más importante de los lentes de sol radica en la protección que brindan contra los rayos ultravioletas. De la misma forma que una persona utiliza protector solar para filtrar estos rayos en la piel, es importante el uso de lentes de buena calidad que cumplan esa función pero en relación con la cornea”, remarca Antonio Puente, representante de los lentes B+D, Benetton y Gianfranco Ferre en Argentina.
Las olas y el viento no dan sólo sucundum sino que se meten a veces en la mirada perdida en el horizonte de mar y arruinan el descanso. “Las lentes sirven de protección frente al viento, la tierra o arena en la playa y también a la hora de manejar, entre otras funciones”, describe Punete.
¿En qué fijarse? Los expertos recomiendan adquirir los anteojos solares en ópticas, con asesoramiento visual y no fijarse sólo en el diseño o cómo quedan puestos en el rostro. Y alertan sobre las consecuencias que pueden nublar la visión. “Si los anteojos no cumplen con normas de seguridad básicas pueden generar ciertos malestares y consecuencias nocivas para la salud, que van desde cefaleas y lesiones temporales hasta daños irreparables. Lamentablemente, en la Argentina existe una amplia oferta de productos que pueden generarnos este tipo de problemas y la falta de ética del sector empresarial y la banalización del cliente a la hora de comprar se constituyen en una conjunción peligrosa para la salud visual. Para graficarlo con un ejemplo: muchos de los anteojos que se venden en la vía pública, Internet o en locales no especializados poseen lentes de acrílico (plástico vulgar) en lugar de contar con lentes orgánicas, policarbonato o mineral (vidrio). Al entrar en contacto con el calor, esos materiales se deforman y deforman las imágenes que vemos”, advierte Puente.
Hanfling destierra otros mitos y transparenta la visión sobre la salud de los ojos en verano: “A veces pensamos que los cristales más oscuros son los que mejor protegen los ojos pero no es cierto. Ya que algunos cristales transparentes pueden llegar a filtrar el 100 por ciento de los rayos UV. Y eso es lo importante que los anteojos cubran, porque si los rayos UV son absorbidos por los ojos eso puede causar lesiones permanentes”.
Fuente: Página 12, edición online del 5 de noviembre de 2010
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